MARCO TEÓRICO

Hoy existe una necesidad  generalizada sobre la prevención de la drogadicción y las conductas problemas, estas  se fundamenta sobre el conocimiento científico disponible en torno al origen y desarrollo de estos comportamientos.

Este cuerpo de conocimientos especifica qué variables se pueden considerar predictoras del inicio y del mantenimiento de los comportamientos problemáticos e identifica los mecanismos causales que operan a lo largo de ese proceso.

De este modo, permite definir los factores sobre los cuales debe incidir la prevención, con el fin de neutralizarlos o de “moderar” su efecto

En los últimos años, sin embargo, las estrategias preventivas procuran explicitar sus coordenadas teóricas y sustentarse sobre campos de investigación suficientemente consolidados. En las páginas siguientes, mostramos concretamente el trasfondo teórico (y empírico) sobre el cual se asienta el programa que vamos a presentar.

En un primer momento, nos ocuparemos de cómo ciertas características propias de la adolescencia facilitan la aparición de conductas problemáticas (consumo de drogas, delincuencia). Prevenir las conductas desviadas en la adolescencia implica tener en cuenta la idiosincrasia de un período evolutivo que, en sí mismo, favorece la transgresión de normas. En un segundo apartado haremos un breve repaso de la investigación en torno a “factores de riesgo”. Veremos, desde distintos niveles de análisis, cómo diversas variables se han venido revelando como predictores de las conductas problemáticas.

 

Adolescencia y conducta problema

 

Es un hecho ampliamente constatado que el consumo de drogas y la delincuencia tienen sus inicios y sus primeros desarrollos durante la adolescencia. Los primeros contactos con las drogas legales tienen lugar a edades relativamente tempranas, en las primeras etapas de la adolescencia; a lo largo de los años siguientes, muchos adolescentes se inician también en el consumo de sustancias ilegales (Kandel, 1980; Kandel y Logan, 1984; Luengo, Otero, Mirón y Romero, 1995). Asimismo, la prevalencia de la conducta antisocial aumenta durante el período adolescente y desciende en los inicios de la vida adulta.

 

Factores de riesgo de la conducta problema

 

En esencia, un factor de riesgo es una característica (personal, familiar, grupal, social...) cuya presencia aumenta la probabilidad de que se produzca un determinado fenómeno (en lo que ahora nos ocupa, el consumo de drogas o la conducta antisocial). En nuestro campo, un factor de riesgo vendría a ser una característica que permite predecir el desarrollo de la conducta problema; una variable que, en alguna medida, sitúa al sujeto en una posición de vulnerabilidad hacia este tipo de comportamientos.

 

Factores macro sociales

 

Diversos factores de corte socioestructural y socionormativo se han vinculado con la conducta problema de los adolescentes. Por una parte, desde los primeros momentos de la investigación sobre el consumo de drogas, muchos autores se han ocupado de la relación entre el consumo y factores sociodemográficos como la clase social o el lugar de residencia. Los primeros resultados mostraban una asociación entre el estatus socioeconómico y el tipo de sustancia consumida: las clases bajas consumirían drogas de fácil adquisición, como el alcohol o la drogas médicas; en las clases altas se produciría un mayor consumo de sustancias ilegales de más difícil adquisición. En cuanto al lugar de residencia, las primeras investigaciones también mostraban diferencias en función del hábitat urbano versus rural. Concretamente, en las ciudades tendía a encontrarse un mayor consumo, especialmente de drogas ilegales y tabaco; en otras sustancias como el alcohol, las diferencias aparecían atenuadas.

 

Factores microsociales

 

El ámbito familiar ha sido uno de los más estudiados en la búsqueda de factores de riesgo (o de factores “de protección”, es decir, variables que neutralizan el riesgo  cuando éste está presente). La familia es el primer ámbito social para el individuo y es el contexto más primario de socialización. La familia nos transmite valores y visiones del mundo y nos instaura las primeras normas de conducta. Dada la importancia de este entorno como “moldeador” de actitudes y estilos de vida, no es de extrañar que los investigadores de la conducta problema le hayan prestado especial atención como fuente de influencia.

 

Factores individuales

 

Diversos factores cognitivos, emocionales y personales se han visto asociados a las conductas problemáticas. En el estudio del consumo de sustancias, por ejemplo, se ha comprobado que las creencias y las actitudes hacia las drogas se relacionan con el consumo del adolescente.

La iniciación en el uso de drogas suele ir precedida por actitudes favorables hacia el consumo; además, los individuos con mayor riesgo de involucrarse en estas conductas tienden a sobreestimar la prevalencia de consumo en su entorno. Estos individuos muestran “creencias normativas” (percepciones sobre lo que es la “norma” en su ámbito social) que les crean presión hacia el consumo. Ciertas teorías de corte cognitivo, como el “modelo de la acción razonada”, han hecho hincapié sobre la importancia de estas creencias; más adelante veremos cuáles son concretamente sus postulados.

 

Otro conjunto de variables que ha despertado gran interés entre los investigadores se refiere a las capacidades de interacción social. Muchos trabajos han investigado si los individuos que incurren en conductas desviadas presentan déficits en las habilidades para establecer relaciones, para expresar las propias opiniones y sentimientos y, en definitiva, para interactuar de un modo socialmente eficaz. En diversos trabajos se ha encontrado que, en efecto, el consumo de drogas se asocia con una menor competencia en las relaciones sociales y con una menor capacidad para expresar asertivamente las propias posiciones